El arte puertorriqueño y la cultura taína
Pocas veces he visto a una persona tan vocacional en su oficio de escultora, como a María Antonia Román Prado, mi esposa. Una profesional tan entregada a su tarea de trabajar y pulir la piedra hasta extraer de ella la forma que llevaba dentro, según el concepto, el pensamiento y la reflexión interior de la autora, desde el mismo momento en que tenía el material pétreo ante sus ojos. “No necesito boceto previo para empezar a trabajar”, decía María Antonia con frecuencia, “lo llevo dentro o lo veo nada más tener el mármol ante mí”. Efectivamente, ella se dejaba guiar por una...