Cien años de sueño

A Lea le gusta jugar a las construcciones, le apasiona leer cuentos, le divierte bailar y cantar sin parar. Sin embargo, lo que más le gusta del mundo entero es sentarse al lado de su abuela Concha y escuchar sus miles de historias. Pero Concha lleva un tiempo rara: apenas recuerda esas historias y su abrazo es más débil que de costumbre. Un día, cuando Lea va a casa de su abuela, ella ya no está, aunque le ha dejado una carta y un regalo muy especiales. ¿Dónde ha ido la abuela Concha? ¿Qué mensaje tendrá esa carta?

Tiempo atrás, cuando los dioses eran mortales Sronoc, Dios de la fertilidad, creador de los seres vivos dejará un legado a su hijo Llonus, Dios de la tierra. Las pesadillas de un joven Siplok ayudarán a Llonus, para guiar a los habitantes del mundo a que afronten las catástrofes naturales de una profecía apocalíptica y evitar que los desconocidos ejércitos de un cruel hechicero tomen el dominio de sus tierras. ¿Podrá lograrlo? ¿Qué oscuros secretos se ocultan detrás de esta guerra?

No puedes huir de tu destino. En un futuro distópico, Lisa Valaran vive en una sociedad oprimida, donde un poderoso imperio los gobierna a todos y donde la esperanza de libertad es una leyenda casi olvidada. Lisa descubre un secreto familiar que la lleva a un antiguo artefacto buscado por el imperio y con el poder de destruir el mundo que ella conoce para siempre. Ella será perseguida y traicionada, porque en Erdanar, lo que te hace ser valiente, te hace peligroso.

Esta vez las respuestas residen en la oscuridad. Ovidia ha vivido siempre rodeada de dos cosas: magia y orden. Pertenece a una sociedad secreta que reúne a todos aquellos sensibles a la magia. Pero, si el resto de los Sensibles conociera su verdadero poder, la considerarían su mayor enemigo. La noche de Samhain, Ovidia se convierte en sospechosa de asesinato. Y solo Noam, el chico que le rompió el corazón, podrá ayudarla. Una huida hacia delante, una caza de brujas, un complot que pone en juego el destino de la magia... y la huella de un primer amor: unas cenizas que nunca llegaron a...