Felisberto Hernández fue un escritor, pianista y artista plástico uruguayo, nacido en Pueblo Cebollatí, Uruguay, el 20 de diciembre de 1902. Es reconocido como una de las figuras más importantes de la literatura uruguaya y su obra es un testimonio de la complejidad de la existencia humana, combinando elementos de la realidad y la fantasía.
Desde temprana edad, Hernández mostró un gran interés por la música; su madre fue pianista y su padre tenía un taller de carpintería, lo que influenció su entorno creativo. A los 17 años, se trasladó a Montevideo donde estudió música y trabajó como pianista en varios cabarets. A pesar de su dedicación a la música, su pasión por la literatura no tardó en manifestarse, y comenzó a escribir relatos que reflejaban su propia percepción del mundo.
Su debut literario se produjo en 1934 con la publicación de su primera novela, “El camino de las almas”, aunque fue en la década de 1940 cuando su carrera literaria despegó. En 1943, publicó “La casa de Adela”, una obra que se convertiría en un referente de la narrativa en el cono sur de América Latina. Su estilo único combina un uso innovador del lenguaje, con una prosa lírica y una profunda exploración de la psicología de sus personajes.
Entre sus obras más destacadas se encuentran:
- “Los ojos sombríos” (1947)
- “La envenenada” (1948)
- “La oración de la noche” (1949)
Hernández es conocido por su capacidad para crear atmósferas oníricas y surrealistas en sus relatos, lo que lo posiciona como un precursor del realismo mágico. Sus historias, a menudo pobladas por personajes solitarios y melancólicos, reflejan la angustia existencial y la búsqueda de identidad. Sus obras tienden a navegar entre lo cotidiano y lo fantástico, logrando una fusión que desarma al lector y lo sumerge en un mundo alternativo.
A lo largo de su carrera, Felisberto Hernández también se destacó como un prolífico ensayista, crítico de arte y traductor. Su interés por el arte visual se manifiesta en la relación que establece entre la literatura y la pintura, explorando temas de representación y percepción en sus ensayos. A pesar de su talento y originalidad, su obra no alcanzó gran popularidad durante su vida y permaneció en gran medida desconocida hasta después de su muerte.
El 13 de diciembre de 1964, Felisberto Hernández falleció en Montevideo. Su legado literario ha sido objeto de estudio y redescubrimiento en las últimas décadas, siendo considerado un clásico de la literatura uruguaya. La influencia de su trabajo ha llegado a varios escritores contemporáneos y ha contribuido a la formación de una identidad literaria uruguaya fuerte y diversa.
Hoy en día, Felisberto Hernández es considerado un pionero y un maestro de la narrativa, y su obra sigue siendo leída y apreciada por nuevas generaciones de lectores y escritores.