Alberto Hurtado Cruchaga, nacido el 22 de enero de 1901 en el seno de una familia católica en la ciudad de Talca, Chile, es reconocido no solo como un influyente sacerdote jesuita, sino también como un destacado sacerdote social y educador. Desde joven, la vida de Hurtado estuvo marcada por la profunda fe y un genuino compromiso con las causas sociales. Su infancia y adolescencia transcurrieron en un ambiente familiar que fomentó la solidaridad y el servicio a los demás, valores que guiarían toda su vida.
En 1916, Hurtado ingresó a la Sociedad de Jesús, donde comenzó su formación como sacerdote, la que culminaría en 1933 con su ordenación. Durante sus años de estudios, se destacó por su inteligencia y dedicación, y comenzó a desarrollar una clara conciencia sobre la problemática social que enfrentaba Chile en ese momento. Desde sus inicios ministeriales, Alberto Hurtado mostró un compromiso firme hacia los marginados y los grupos vulnerables de la sociedad.
Uno de los aspectos más destacados de su labor fue la creación de la Fundación Hogar de Cristo en 1944, una institución que buscaba brindar apoyo a las personas en situación de calle y en condiciones de vulnerabilidad. Este hogar no solo proporcionaba refugio, sino que también promovía la rehabilitación social y la reintegración en la comunidad. A través del Hogar de Cristo, Hurtado implementó una serie de programas destinados a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos, demostrando que la acción social y la fe pueden ir de la mano.
En su labor, Hurtado también enfatizaba la importancia de la educación. Consciente de que la pobreza y la marginación no solo son problemas económicos, sino también educativos, trabajó incansablemente para proporcionar oportunidades a aquellos que no podían acceder a una formación adecuada. Esta visión lo llevó a crear escuelas y centros de formación profesional, donde los jóvenes podían aprender un oficio y desarrollarse integralmente.
Otro de sus grandes aportes fue su pensamiento social, que plasmó en una serie de obras y artículos. A través de sus escritos, Hurtado abogó por una sociedad más justa, donde la dignidad de cada persona fuera respetada y promovida. Su libro "¿Qué es la justicia social?", se ha convertido en una referencia para quienes estudian la relación entre la fe y las cuestiones sociales. Un elemento central en su pensamiento era la idea de que la promoción de la justicia social es una expresión de la fe cristiana.
Alberto Hurtado también fue un ferviente defensor de los derechos humanos. En un contexto donde muchos eran silenciados, su voz se alzó en defensa de los oprimidos, responsabilizando a la sociedad por las injusticias que se cometían. A pesar de su salud frágil, nunca cejó en su intento por mejorar la vida de los demás, inspirando a muchos a seguir su ejemplo.
Su labor incansable y su dedicación a los demás no pasaron desapercibidos. En 1952, Hurtado fue diagnosticado con cáncer de páncreas, y aunque su salud se deterioró rápidamente, continuó trabajando hasta el final de su vida. Falleció el 18 de agosto de 1952, en Santiago de Chile, pero su legado perdura. En 1994, fue beatificado por el Papa Juan Pablo II y canonizado en 2005, reconociendo así su contribución a la iglesia y la sociedad.
El impacto de Alberto Hurtado se siente aún hoy, no solo en Chile, sino en diversas partes del mundo donde su mensaje de amor y servicio resuena. La Fundación Hogar de Cristo sigue en pie, ayudando a miles de personas cada año, y su historia se enseña como un modelo de cómo la fe y la acción social pueden transformar vidas y comunidades.
Su vida es un recordatorio poderoso de que el verdadero servicio a Dios implica servicio a nuestro prójimo, y que cada acción, por pequeña que sea, puede marcar una diferencia significativa en la vida de los demás.