Algunas familias normales

George R. R. Martin y Lisa Tuttle conjugaron sus talentos en esta novela de fantasía, un valiente relato sobre la lucha por la libertad, la justicia y la fraternidad, que se suma a esa distinguida tradición de autores como J. R. R. Tolkien, Ursula K. Le Guin, Michael Ende y J. K. Rowling. Maris es una niña pobre que habita en una de las muchas islas castigadas por las tormentas y los depredadores de Refugio del viento, y quien se atreve a soñar con tener un par de alas como las de los voladores: la casta mensajera y la más alta de aquel mundo, un privilegio al que sólo puede accederse...

Javier es un chico huérfano que consiguió sus dos mayores metas: convertirse en uno de los mejores veterinarios y casarse con la mujer de sus sueños. Pero de pronto su vida dio un giro inesperado, poniéndolo en una situación muy complicada, llevándole, a causa de una mala decisión, a experimentar la más intensa perturbación. El misterio, el abandono personal y el mundo del más allá hacen de esta una novela perturbadora, amena e intrigante.

Llega un momento, incluso en la relación más sexy de la historia, cuando ya es suficiente. Pero cortar al magnífico y hermoso chico malo Sasha Petrov es como cortarse un brazo; Kallie Margolis simplemente no puede hacerlo. No son las lujosas casas y sus atenciones lo que no puede dejar atrás... es él. Su encanto peligroso y su pasión única en la vida. Si alguien le hubiera dicho antes de irse de la ciudad, que Sasha no era adecuado para ella, ni siquiera podría imaginarlo. Pero una vez más, Kallie se encuentra despertando frente a una rústica playa, indagando y tratando de darle...

Allá en otros tiempos (y bien buenos tiempos que eran), había una vez una vaquita (¡mu!) que iba por un caminito. Y esta vaquita que iba por un caminito se encontró un niñín muy guapín, al cual le llamaban el nene de la casa... Este era el cuento que le contaba su padre. Su padre le miraba a través de un cristal: tenía la cara peluda. Él era el nene de la casa. La vaquita venía por el caminito donde vivía Betty Byrne: Betty Byrne vendía trenzas de azúcar al limón. Ay, las flores de las rosas silvestres en el pradecito verde. Esta era la canción que cantaba. Era su canción....